En las últimas cinco décadas la senda de crecimiento de México y Argentina
viene a mostrar rasgos estructurales comunes: por un lado, ambos países
registraron un crecimiento relativamente rápido antes de la crisis de la deuda
en los ochenta a la par que, durante los noventa, intensas crisis económicas
truncaron el crecimiento de este periodo; por otro lado, estas economías han